La Historia de la Cerveza en Fassbiere: 1303, Inglaterra grava con un impuesto las exportaciones de cerveza.
La escasez de cebada, trigo, leña y carbón, hicieron a los Países Bajos dependientes de las importaciones de cerveza alemana e inglesa hasta la segunda mitad del siglo XIV. Es entonces cuando comienza la elaboración propia y, pasando de una producción doméstica a una pre-industrial, alcanzan el nivel de exportación.
El suelo, que se “ganaba al mar” mediante diques, desecado y rellenado, aunque permitía el cultivo del centeno y la avena, no facilitaba cosechar los cereales tradicionales en la elaboración de cerveza. Y aun disponiendo de turba en abundancia, ésta no tenía la estabilidad calorífica que proporciona la leña para cocer u hornear, necesaria para fabricar cerveza.
Se supone que las exportaciones desde Inglaterra de lana, cereales y cerveza ale a Holanda y Zelanda ya se daban con regularidad desde el siglo XIII, pero hay un hecho que las documenta a partir de 1303: los impuestos.
Por orden de Su Majestad…
Eduardo I de Inglaterra es un personaje muy recordado. Especialmente por su presión contra judíos y escoceses.
Su belicismo y brutalidad aparecen reflejados en la película “Braveheart” y en la serie de Netflix “El Rey Proscrito”. Incluso fue inspiración para el malvado patriarca de los Lannister en la serie “Juego de Tronos”.
Eduardo fue también un monarca reformador de la administración y el derecho ingleses. Precisamente su actitud batalladora derivó en una política de recaudaciones que aliviarían la gran carga financiera que sus frecuentes campañas militares suponían para la nación.
Una de sus fuentes de financiación fueron los aranceles aduaneros. Ya en 1275 el rey inglés había negociado un acuerdo nacional que le aseguraba los ingresos de un impuesto permanente al comercio de la lana.
Y en 1303, mediante la contraprestación de derechos y privilegios, obtuvo un acuerdo similar con los comerciantes extranjeros. Todo barco que salía o entraba de Inglaterra pagaba impuestos por su mercancía: los llamados “petty customs” o menudencias de aduana que describe Stephen Alsford en su ensayo sobre ciudades medievales.
Ale… sin hop
Ian Spencer Hornsey cuenta en su libro “A History of beer and brewing” que los comerciantes holandeses y zelandeses eran en principio importadores de cervezas alemanas elaboradas con lúpulo. Su puerto de referencia comercial era, principalmente, Hamburgo.
La cerveza alemana llegaba a Zelanda atravesando Holanda; pero sus comerciantes, habituados a mercadear en Inglaterra con pescado y cebollas se dieron cuenta de que podían importar ale inglesa (sin lúpulo) y así el puerto de la ciudad de Lynn, en la costa norte de Norfolk, se convirtió en el punto de exportación de cerveza más importante de Inglaterra. Desde allí la ale inglesa acabó llegando no solo a Zelanda u Holanda, también a Noruega.
Este intercambio mercantil supuso también un aliciente para la elaboración cervecera en los Países Bajos al importar tanto cerveza como las materias primas necesarias para elaborarla localmente.
Como la espuma
A finales del siglo XIV, con la importación de malta y combustible, Holanda cubría sus necesidades de cerveza, e incluso la exportaba en grandes cantidades, no sólo de vuelta a Inglaterra, también a Calais, en Francia, y a Flandes.
Esto, a su vez perjudicó las exportaciones de los cerveceros de Hamburgo. De surtir con cerveza a Holanda desde principios del siglo XIII pasaron en dos siglos, hasta finales del XIV, al práctico cese de las importaciones de cerveza de Hamburgo en los Países Bajos. A ello también contribuyó el peaje cervecero y los permisos para la introducción del lúpulo en la fabricación cervecera decretados por los gobernantes de Holanda, medidas ambas que favorecieron la elaboración local.
Más todo lo que sube, como la espuma, tiene que bajar, y las exportaciones decayeron a inicios del siglo XV. Catástrofes naturales y guerras afectaron a la fabricación y distribución. Para 1480 Holanda, ante su limitada producción, hubo de volver a importar cerveza inglesa.
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